Historia LGTB

Los gays activos en la Roma Clásica y en el mundo de los gladiadores

Las relaciones sexuales en la Roma clásica tenía tres limitaciones: el adulterio, el incesto y el escándalo público. La homosexualidad, libre del concepto de pecado que introdujo el cristianismo, no estaba mal vista en Roma. Los gays activos eran los más respetados y es que la sociedad romana no sólo se clasificaba por castas sino que era muy machista, por tanto, la identidad masculina representaba un alto grado de consideración social. Para sentirse hombres, los patricios (domines) no debían ser penetrados, sino tomar la parte activa en las relaciones sexuales. Cuando se quería asumir un papel sumiso debía hacerse en la más estricta intimidad para no exponerse a ser la comidilla.

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La condición sexual de lo que hoy entendemos por ‘homosexual’ o ‘gay’ solo estaba consentida si el varón asumía una actitud activa. La pasividad en las relaciones sexuales entre hombres quedaba reservada para los esclavos o para los adolescentes. Un varón respetable debía adoptar un papel activo en las relaciones homosexuales, aunque existen evidencias históricas de que había hombres mayores que preferían el papel pasivo. Los romanos pensaban que solamente el participante activo obtenía placer del coito. Que un ciudadano se dejase penetrar por un otro originaba un estigma social y se le consideraba al sujeto en cuestión como un impudicus.

Los esclavos, quienes no estaban protegidos por la ley ni cuando se sometían a las exigencias sexuales de su propietario, procedían en su mayoría de las zonas de Alejandría y Oriente. No por ello, algunos dueños se encapricharon de sus jóvenes amantes y les dedicaran elogios en los epitafios de sus tumbas. Sin embargo, el lesbianismo era considerado una aberración.

La única serie de televisión que ha tratado sin tapujos las relaciones homosexuales ambientándola en una ciudad romana: Capua, en el año 73 a.c., ha sido la de Spartacus. Gira en torno a la dura vida en un ludus o escuela de gladiadores. En las tres trilogías: “Sangre y arena”, “Dioses de la arena” y “Vengeance” nos hemos podido recrear la vista con hermosos cuerpos desnudos de unos personajes que no se cortaban un pelo hablando de penes, falos y penetraciones y en los que tampoco faltaron las escenas explícitas de relaciones homosexuales. Claro está que la mayoría de estos personajes interpretan a esclavos y cuando un ‘campeón’ o favorito del ‘domine’ (señor y propietario de la casa) lograba un triunfo, era recompensado con favores: comida y vino en abundancia y, sobre todo, con sexo (tanto masculino como femenino, según sus preferencias). E incluso las relaciones homosexuales entre gladiadores se permitían por el propietario si eso hacía que sus esclavos rindieran en la arena.

Como curiosidad contamos que los romanos juraban decir la verdad apretándose los testículos con la mano derecha. De esta costumbre procede la palabra ‘testificar’. Además, distinguían tres tipos de besos: el osculum, que se da en la mejilla entre amigos; el basium, en los labios; y el suavem, que se dan los amantes.

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